El VIH o Virus de la Inmunodeficiencia Humana es un microorganismo que ataca al sistema inmune de las personas, debilitándolo y haciéndoles vulnerables ante una serie de infecciones, algunas de las cuáles pueden poner en peligro la vida.
El VIH no puede vivir de forma independiente, debe hacerlo dentro de una célula. La particularidad de este virus es que invade y destruye los linfocitos T4 principalmente, que son los que dirigen la respuesta inmune, coordinando el resto de las células que intervienen en el organismo. Una vez ha atacado, el virus puede evolucionar de dos formas:
1. Puede quedar dormido, la célula T4 infectada continúa viviendo normalmente. La infección persiste sin que la persona presente síntomas. Las células T4 infectadas de esta persona pueden transmitirse a otras personas e infectarlas.
2. La otra forma de evolución es volverse activo y reproducirse en la célula, la cual explota liberando un gran número de virus que infectarán otros T4. Cuando una cantidad importante de células T4 han sido destruidas a consecuencia de la infección por el virus, las defensas se encuentran debilitadas. El riesgo de una infección oportunista es entonces muy elevado.
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